Buenos Días!!!!!
¿Cuántas veces nos habremos dicho en estos últimos días: "Cuídate"? ¿Habéis visto en las noticias lo que se nota en el medio ambiente el efecto de que nos hayamos quedado en casa? Esta semana os traemos estos dos temas...que realmente son uno mismo, porque dentro de la Naturaleza, dentro de ese "cuidado de la Casa Común", entrará SIEMPRE el cuidado a las personas.
Vamos allá con las reflexiones entorno al CUIDADO.
1ª PARTE: Cuidado de la Casa Común:
La encíclica del papa Francisco, “Laudato Si” trataba sobre el “cuidado de la casa común” es decir, de nuestro planeta; de un
mundo que es nuestro, pero del que no somos dueños y, por tanto, debemos
cuidar. Somos parte del mundo, mejor dicho, somos mundo; y de nosotros depende
“la salud” de esta tierra. Porque nada de lo que hacemos es indiferente para la
vida de “nuestra casa común”.
Debemos ser conscientes de que toda actividad de ecología
está relacionada con la pastoral, pues en ella se está haciendo algo por los
demás.
Como sabéis, el planeta, nuestra casa común, está en una
situación muy grave. Los seres humanos llevamos demasiado tiempo maltratándolo.
En el libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, Dios dice al hombre y la
mujer: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla". Una
interpretación equivocada de este mandato hizo creer a las personas que podían
hacer lo que quisieran con la tierra, porque podía darnos todos sus dones sin
límite. Sin embargo, cuando Dios creador entregó al ser humano el mundo, le
pidió que lo cuidara y que recreara lo que le había sido dado.
Cuidar la casa común es una obligación porque de este
cuidado depende su supervivencia, la supervivencia de los seres vivos y nuestra
propia supervivencia.
Podemos ver esto en el siguiente texto de la
encíclica: "Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa
del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.
Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a
expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado,
también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo,
en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más
abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime
y sufre dolores de parto» (Rm. 8, 22). Olvidamos que nosotros mismos somos
tierra (cf. Gn. 2, 7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos
del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y
restaura" (LS, 2).
De una forma más visual, la Laudato Si "para familias y niños", en este vídeo:
REFLEXIÓN: Todo lo que nos rodea y nos permite vivir: el aire, el sol,
el agua, las plantas, los animales... tienen en sí mismos valor, todos nos
hablan de Dios, son una caricia de Dios. Nada de lo que podemos ver en la
Creación sobra. Por eso es tan importante cuidar de cada ser y por supuesto de
cada persona como a preciosos tesoros, que no podemos maltratar, ignorar o
descartar. Muchas veces vemos anuncios o escuchamos a alguien que nos hacen
pensar que no hace falta cuidar el mundo que nos rodea ni a las personas; que
las cosas son de usar y tirar y los demás, también. Eso es lo que el Papa llama
vivir una cultura del descarte en vez de una cultura del cuidado. Y eso se ve
más claro todavía en nuestra relación con los más empobrecidos, con los
excluidos. Ellos son los que más sufren las consecuencias de la destrucción de
la tierra. Los desastres, las inundaciones, la pérdida de biodiversidad, las
sequías, el cambio climático, afectan a las poblaciones más débiles y
desprotegidas mucho más que a las demás.
La humanidad necesita una profunda renovación cultural;
necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el
cual construir un futuro mejor para todos. Las situaciones de crisis por las
que está actualmente atravesando, ya sean de carácter económico, alimentario,
ambiental o social, son también, en el fondo, crisis morales relacionadas entre
sí.
Y todos somos responsables del cuidado del planeta, aunque
nuestra obligación es mayor. Tenemos más recursos y muchas veces nuestra
abundancia se mantiene sobre su pobreza. Pero no está todo perdido. Aún podemos
cambiar las cosas, como dice el Papa: "el ser humano todavía es capaz
de intervenir positivamente. Como ha sido creado para amar, en medio de sus
límites brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y
cuidado" (LS, 58).
Como hemos aprendido que nuestro comportamiento consumista
es insostenible y destructivo, y que millones de personas sufren sin poder
vivir según su dignidad humana por ello, queremos aprender a hacer las cosas de
manera diferente. Queremos dirigir nuestra imaginación, creatividad y nuestras
capacidades para hacer esas cosas nuevas. La ciencia, la tecnología, la
economía, pueden orientarse hacia la construcción de un mundo más
fraterno, "de un progreso más sano, más humano, más social, más integral" (LS,
112).
¡Cuantas más personas nos sumemos, más fácil será
conseguirlo!
Y como seguimos empeñados en verle la parte positiva a esto del coronavirus, relacionado con este tema quizá encontremos uno de los "éxitos" del virus...mira los siguientes vídeos (sobre todo si eres de esos que no se creen que nuestra casa común necesita que contrarrestemos los daños que le causamos):
- Preciosas imágenes de Venecia sin contaminación:
- Los animales "reconquistan" los territorios que les fueron robados:
2ª Parte: CUIDADO DE LOS QUE NOS RODEAN
Cuando algo se cuida, cuando se mantienen los pequeños
detalles y uno se embelesa día a día, nuestras relaciones son mejores, más
enriquecedoras y más profundas. Sin duda, con nuestros cuidados evitamos que
algo se rompa con facilidad e impedimos que las cicatrices y las heridas sean
las reinas de nuestras relaciones
Hay personas que llegan a nuestra vida para darnos luz pero
solo las conservaremos si nuestras interacciones nos ayudan a amarrarnos, a
sostener ese vínculo de una manera noble, sincera y fuerte.
Se nos olvida con facilidad que para mantener viva la llama
de la amistad, del amor y de cualquier otra relación debemos remarcar unos
principios básicos en nuestras actuaciones.
Es importante que reflexionemos sobre esto porque las
siguientes reglas de oro van más allá de las costumbres relacionales que guían
nuestro día a día y nuestro ser. Veamos algunos más sobre estos 5
principios…
1. La lengua no tiene huesos pero es lo suficientemente
fuerte como para romper un corazón:
A las palabras no se las lleva ningún viento. Estas
anidan en el corazón y son capaces de construir o destruir, calmar o impulsar,
ayudar a crecer o mermar. Las malas palabras, las malas formas o las opiniones
desacertadas pueden quebrar un corazón de una manera catastrófica.
La manera de comunicarnos con los demás dice mucho del
respeto que les profesamos, no podemos creer que todo tiene cabida en los
diálogos porque hay confianza. Es imprescindible, por lo tanto, cuidar las
formas y el contenido de lo que expresamos.
Cuando tenemos que comunicar algo negativo debemos hacerlo
de una manera delicada y eso significa desde el afecto, desde la preocupación o
el malestar. La mejor manera de hacerlo es aludiendo a los comportamientos y
evitando etiquetar a la persona por un mal
hecho.
Nuestras palabras deben pasar los tres filtros de
Sócrates: el de la verdad, el de la utilidad y el de la bondad. Si algo no
es verdad, no es útil y no hace bien a quien se lo decimos, es mejor que
evitemos hacer ese comentario.
2. Hay dos cosas insoportables: la mentira y la falsedad
La verdad duele una vez pero la mentira duele siempre. No
hay nada que quiebre tanto una relación como la mentira y la falsedad. Ambas
cosas son capaces de destruir todo a su paso, de devastar los bosques más
poblados y de hacer caer a las torres más altas.
La mentira hace que nos cuestionemos mil verdades,
haciéndonos cuestionar incluso las experiencias más francas vividas. Hay
muchos tipos de mentiras, por supuesto, pero una relación sana no puede
sustentarse en base a estas.
Recordemos que la confianza es un artículo de lujo que
no se regala a cualquiera, y es que cuando un sentimiento tan importante como
la confianza se quiebra, algo en nuestro interior fallece.
3. La distancia más larga entre dos personas es un malentendido
La frase que mejor ilustra esta reflexión es la
siguiente: “Entre lo que pensamos, lo que queremos decir, lo que creemos
decir, lo que decimos, lo que queremos oír, lo que oímos, lo que creemos
entender y lo que entendemos, existen nueve posibilidades de no entenderse”.
Querer o no querer entenderse no es la cuestión, la cuestión
es saber encontrarse a pesar del estado emocional de cada uno, a pesar de las
prioridades y a pesar de que en muchas ocasiones es dificultoso encontrar un
punto en común.
La diferencia radica en que escuchemos para comprender y no
para contestar, de que hablemos sobre las molestias que nos generan actitudes
o palabras, de que comuniquemos sin palabras, de que hagamos por entender. Esto
se debe mantener no solo en los momentos en los que estamos teniendo una
conversación, sino también más adelante, cuando nos encontremos a solas
reflexionando.
Es importante que lo hagamos también a posteriori, pues
muchas veces el calor del momento no nos permite reflexionar de la manera
adecuada, incentivando así comportamientos dañinos y orgullosos. Equivocarse
es común y humano, pero también tenemos que saber emitir un perdón sincero.
4. A los ojos tristes hay que hacerles menos preguntas y
darles más abrazos
Validar las emociones de los demás es indispensable para
fundamentar una relación en la aceptación. Comprender las emociones y
transmitir esa comprensión marca la diferencia. Con esta máxima pretendemos
hacer valer la importancia de no juzgar y de no caer en el «te lo advertí» o en el «no
tienes razones para lamentarte por todo».
Cada persona está librando su propia guerra y, aunque
la empatía cognitiva y emocional total es en cierto modo una utopía,
no podemos dejar de intentar hacer una lectura emocional del otro lo mejor
posible.
Apoyar en los malos momentos de la manera adecuada
fundamenta de manera sólida una relación, por lo que es especialmente
importante atender a cómo gestionamos las emociones negativas de los demás.
5. Dedicar tiempo, el regalo más bonito
Tan importante es estar al lado de las personas que queremos
en los malos momentos como estar en los buenos. El acompañamiento
aporta oxígeno psicológico y compartir significa vivir. Rodearnos de
personas a las que queremos y que nos quieren, convivir con ellos en los buenos
momentos y tener sonrisas que recordar es lo que marca la diferencia.
Por otro lado debe quedarnos claro que rogar tiempo no
es una opción. Ni para nosotros ni para los demás. Por muy ocupados que
estemos siempre podemos dedicar una llamada breve o un mensaje a esa persona
para decirle sin palabras que está en nuestros pensamientos. No hacerlo
contribuye a generar una distancia que con el tiempo se hace muy difícil de
salvar.
Es importante que construyamos estilos de comunicación
y de comportamiento en nuestras relaciones que sumen y que no resten. No
perdamos, entonces, la oportunidad de mejorar como pareja, amigos, hijos,
padres, hermanos, compañeros, etc. Hacer un esfuerzo por manejar estas 5 reglas
de oro de manera adecuada hará, sin duda, un mundo más noble, sincero y
constructivo.
ORACIÓN:
Crecer
Cada día estoy más grande, Señor,
y eso me hace feliz y me pone contento.
Estoy creciendo.
Ayúdame, Señor, a crecer también en el corazón.
Que sea mejor cada día,
que tu amor me llene por dentro
hasta contagiar a los que me rodean.
Que me preocupe del mundo que me rodea,
De la naturaleza que has creado y que nos empeñamos en
ensuciar.
Quiero parecerme a Ti
trabajar con amor, sin buscar premios ni recompensas,
cuidar a los demás y al planeta en el que vivimos.
Ayúdame a crecer en sabiduría, en oración,
en solidaridad, en buen humor,
en entrega a los demás.
Cuídame Padre,
como cuidaste a tu hijo Jesús cuando crecía.
Hazme como a él,
con sus mismos sentimientos y actitudes.
Que crezca como buen hijo tuyo en armonía con el planeta.
Amén.
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