PRIMARIA-BBDD semana del 27 al 30 ABRIL 2020

CUIDADO DE LA CASA COMÚN...Y DE LOS QUE NOS RODEAN

Buenos Días!!!!!

¿Cuántas veces nos habremos dicho en estos últimos días: "Cuídate"? ¿Habéis visto en las noticias lo que se nota en el medio ambiente el efecto de que nos hayamos quedado en casa? Esta semana os traemos estos dos temas...que realmente son uno mismo, porque dentro de la Naturaleza, dentro de ese "cuidado de la Casa Común", entrará SIEMPRE el cuidado a las personas.



Vamos allá con las reflexiones entorno al CUIDADO.

1ª PARTE: Cuidado de la Casa Común:


La encíclica del papa Francisco, “Laudato Si” trataba sobre el “cuidado de la casa común” es decir, de nuestro planeta; de un mundo que es nuestro, pero del que no somos dueños y, por tanto, debemos cuidar. Somos parte del mundo, mejor dicho, somos mundo; y de nosotros depende “la salud” de esta tierra. Porque nada de lo que hacemos es indiferente para la vida de “nuestra casa común”.

Debemos ser conscientes de que toda actividad de ecología está relacionada con la pastoral, pues en ella se está haciendo algo por los demás.


Como sabéis, el planeta, nuestra casa común, está en una situación muy grave. Los seres humanos llevamos demasiado tiempo maltratándolo. En el libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, Dios dice al hombre y la mujer: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla". Una interpretación equivocada de este mandato hizo creer a las personas que podían hacer lo que quisieran con la tierra, porque podía darnos todos sus dones sin límite. Sin embargo, cuando Dios creador entregó al ser humano el mundo, le pidió que lo cuidara y que recreara lo que le había sido dado.
Cuidar la casa común es una obligación porque de este cuidado depende su supervivencia, la supervivencia de los seres vivos y nuestra propia supervivencia. 
    

Podemos ver esto en el siguiente texto de la encíclica: "Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm. 8, 22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn. 2, 7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura" (LS, 2).

De una forma más visual, la Laudato Si "para familias y niños", en este vídeo:



REFLEXIÓN: Todo lo que nos rodea y nos permite vivir: el aire, el sol, el agua, las plantas, los animales... tienen en sí mismos valor, todos nos hablan de Dios, son una caricia de Dios. Nada de lo que podemos ver en la Creación sobra. Por eso es tan importante cuidar de cada ser y por supuesto de cada persona como a preciosos tesoros, que no podemos maltratar, ignorar o descartar. Muchas veces vemos anuncios o escuchamos a alguien que nos hacen pensar que no hace falta cuidar el mundo que nos rodea ni a las personas; que las cosas son de usar y tirar y los demás, también. Eso es lo que el Papa llama vivir una cultura del descarte en vez de una cultura del cuidado. Y eso se ve más claro todavía en nuestra relación con los más empobrecidos, con los excluidos. Ellos son los que más sufren las consecuencias de la destrucción de la tierra. Los desastres, las inundaciones, la pérdida de biodiversidad, las sequías, el cambio climático, afectan a las poblaciones más débiles y desprotegidas mucho más que a las demás.

La humanidad necesita una profunda renovación cultural; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos. Las situaciones de crisis por las que está actualmente atravesando, ya sean de carácter económico, alimentario, ambiental o social, son también, en el fondo, crisis morales relacionadas entre sí.

Y todos somos responsables del cuidado del planeta, aunque nuestra obligación es mayor. Tenemos más recursos y muchas veces nuestra abundancia se mantiene sobre su pobreza. Pero no está todo perdido. Aún podemos cambiar las cosas, como dice el Papa: "el ser humano todavía es capaz de intervenir positivamente. Como ha sido creado para amar, en medio de sus límites brotan inevitablemente gestos de generosidad, solidaridad y cuidado" (LS, 58).

Como hemos aprendido que nuestro comportamiento consumista es insostenible y destructivo, y que millones de personas sufren sin poder vivir según su dignidad humana por ello, queremos aprender a hacer las cosas de manera diferente. Queremos dirigir nuestra imaginación, creatividad y nuestras capacidades para hacer esas cosas nuevas. La ciencia, la tecnología, la economía, pueden orientarse hacia la construcción de un mundo más fraterno, "de un progreso más sano, más humano, más social, más integral" (LS, 112).
¡Cuantas más personas nos sumemos, más fácil será conseguirlo!

Y como seguimos empeñados en verle la parte positiva a esto del coronavirus, relacionado con este tema quizá encontremos uno de los "éxitos" del virus...mira los siguientes vídeos (sobre todo si eres de esos que no se creen que nuestra casa común necesita que contrarrestemos los daños que le causamos):

- Preciosas imágenes de Venecia sin contaminación:



- Los animales "reconquistan" los territorios que les fueron robados:



2ª Parte: CUIDADO DE LOS QUE NOS RODEAN

Cuando algo se cuida, cuando se mantienen los pequeños detalles y uno se embelesa día a día, nuestras relaciones son mejores, más enriquecedoras y más profundas. Sin duda, con nuestros cuidados evitamos que algo se rompa con facilidad e impedimos que las cicatrices y las heridas sean las reinas de nuestras relaciones

Hay personas que llegan a nuestra vida para darnos luz pero solo las conservaremos si nuestras interacciones nos ayudan a amarrarnos, a sostener ese vínculo de una manera noble, sincera y fuerte.
Se nos olvida con facilidad que para mantener viva la llama de la amistad, del amor y de cualquier otra relación debemos remarcar unos principios básicos en nuestras actuaciones.
Es importante que reflexionemos sobre esto porque las siguientes reglas de oro van más allá de las costumbres relacionales que guían nuestro día a día y nuestro ser. Veamos algunos más sobre estos 5 principios…

1. La lengua no tiene huesos pero es lo suficientemente fuerte como para romper un corazón:
A las palabras no se las lleva ningún viento. Estas anidan en el corazón y son capaces de construir o destruir, calmar o impulsar, ayudar a crecer o mermar. Las malas palabras, las malas formas o las opiniones desacertadas pueden quebrar un corazón de una manera catastrófica.
La manera de comunicarnos con los demás dice mucho del respeto que les profesamos, no podemos creer que todo tiene cabida en los diálogos porque hay confianza. Es imprescindible, por lo tanto, cuidar las formas y el contenido de lo que expresamos.
Cuando tenemos que comunicar algo negativo debemos hacerlo de una manera delicada y eso significa desde el afecto, desde la preocupación o el malestar. La mejor manera de hacerlo es aludiendo a los comportamientos y evitando etiquetar a la persona por un mal
hecho.
Nuestras palabras deben pasar los tres filtros de Sócrates: el de la verdad, el de la utilidad y el de la bondad. Si algo no es verdad, no es útil y no hace bien a quien se lo decimos, es mejor que evitemos hacer ese comentario.

2. Hay dos cosas insoportables: la mentira y la falsedad
La verdad duele una vez pero la mentira duele siempre. No hay nada que quiebre tanto una relación como la mentira y la falsedad. Ambas cosas son capaces de destruir todo a su paso, de devastar los bosques más poblados y de hacer caer a las torres más altas.
La mentira hace que nos cuestionemos mil verdades, haciéndonos cuestionar incluso las experiencias más francas vividas. Hay muchos tipos de mentiras, por supuesto, pero una relación sana no puede sustentarse en base a estas.
Recordemos que la confianza es un artículo de lujo que no se regala a cualquiera, y es que cuando un sentimiento tan importante como la confianza se quiebra, algo en nuestro interior fallece.

3. La distancia más larga entre dos personas es un malentendido
La frase que mejor ilustra esta reflexión es la siguiente: “Entre lo que pensamos, lo que queremos decir, lo que creemos decir, lo que decimos, lo que queremos oír, lo que oímos, lo que creemos entender y lo que entendemos, existen nueve posibilidades de no entenderse”.
Querer o no querer entenderse no es la cuestión, la cuestión es saber encontrarse a pesar del estado emocional de cada uno, a pesar de las prioridades y a pesar de que en muchas ocasiones es dificultoso encontrar un punto en común.
La diferencia radica en que escuchemos para comprender y no para contestar, de que hablemos sobre las molestias que nos generan actitudes o palabras, de que comuniquemos sin palabras, de que hagamos por entender. Esto se debe mantener no solo en los momentos en los que estamos teniendo una conversación, sino también más adelante, cuando nos encontremos a solas reflexionando.
Es importante que lo hagamos también a posteriori, pues muchas veces el calor del momento no nos permite reflexionar de la manera adecuada, incentivando así comportamientos dañinos y orgullosos. Equivocarse es común y humano, pero también tenemos que saber emitir un perdón sincero.

4. A los ojos tristes hay que hacerles menos preguntas y darles más abrazos
Validar las emociones de los demás es indispensable para fundamentar una relación en la aceptación. Comprender las emociones y transmitir esa comprensión marca la diferencia. Con esta máxima pretendemos hacer valer la importancia de no juzgar y de no caer en el «te lo advertí» o en el «no tienes razones para lamentarte por todo».
Cada persona está librando su propia guerra y, aunque la empatía cognitiva y emocional total es en cierto modo una utopía, no podemos dejar de intentar hacer una lectura emocional del otro lo mejor posible.
Apoyar en los malos momentos de la manera adecuada fundamenta de manera sólida una relación, por lo que es especialmente importante atender a cómo gestionamos las emociones negativas de los demás.



5. Dedicar tiempo, el regalo más bonito
Tan importante es estar al lado de las personas que queremos en los malos momentos como estar en los buenos. El acompañamiento aporta oxígeno psicológico y compartir significa vivir. Rodearnos de personas a las que queremos y que nos quieren, convivir con ellos en los buenos momentos y tener sonrisas que recordar es lo que marca la diferencia.
Por otro lado debe quedarnos claro que rogar tiempo no es una opción. Ni para nosotros ni para los demás. Por muy ocupados que estemos siempre podemos dedicar una llamada breve o un mensaje a esa persona para decirle sin palabras que está en nuestros pensamientos. No hacerlo contribuye a generar una distancia que con el tiempo se hace muy difícil de salvar.
Es importante que construyamos estilos de comunicación y de comportamiento en nuestras relaciones que sumen y que no resten. No perdamos, entonces, la oportunidad de mejorar como pareja, amigos, hijos, padres, hermanos, compañeros, etc. Hacer un esfuerzo por manejar estas 5 reglas de oro de manera adecuada hará, sin duda, un mundo más noble, sincero y constructivo.




ORACIÓN:

Crecer
Cada día estoy más grande, Señor,

y eso me hace feliz y me pone contento.

Estoy creciendo.

Ayúdame, Señor, a crecer también en el corazón.
Que sea mejor cada día,
que tu amor me llene por dentro
hasta contagiar a los que me rodean.
Que me preocupe del mundo que me rodea,

De la naturaleza que has creado y que nos empeñamos en ensuciar.

Quiero parecerme a Ti

trabajar con amor, sin buscar premios ni recompensas,

cuidar a los demás y al planeta en el que vivimos.
Ayúdame a crecer en sabiduría, en oración,

en solidaridad, en buen humor,

en entrega a los demás.

Cuídame Padre,
como cuidaste a tu hijo Jesús cuando crecía.
Hazme como a él,
con sus mismos sentimientos y actitudes.
Que crezca como buen hijo tuyo en armonía con el planeta.
Amén.



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